Taketori no Okina

El cuento del cortador de bambú» (también conocido como «El cuento del cortador de caña de bambú») es un antiguo cuento japonés que data del siglo X. Narra la historia de un hombre llamado Taketori no Okina, que descubre a una niña dentro de un tallo de bambú radiante. Él y su esposa la crían como su propia hija y la llaman Kaguya-hime, que significa «Princesa resplandeciente».

Kaguya-hime crece rápidamente en belleza y es cortejada por muchos pretendientes, incluidos nobles y emperadores, pero ella rechaza todas las propuestas. Eventualmente, revela que es de la Luna y debe regresar a su verdadero hogar.

El cortador de bambú, entristecido por la partida de Kaguya-hime, encuentra cartas y regalos para él y su esposa dejados por ella. Además, descubre que ella renunció a su inmortalidad para vivir como humana y experimentar amor y la vida en la Tierra.

Esta historia es famosa por su belleza poética y su reflexión sobre la naturaleza efímera de la vida y el deseo humano de lo eterno.

Zanobia Camprubi.

Como en otras ocasiones está entrada surge de un artículo escrito por otra persona que hace que busque más información o al menos algo distinto y que sea hecho por mi. Me gusta sobre todo descubrir que Zanobia Camprubi además de estar casada con Juan Ramón Jimenez era muchas otras cosas.

Nació el 31 de agosto de 1887 en Malgrat de Mar, Cataluña, España, y falleció el 28 de octubre de 1956 . Fue una escritora talentosa en su propio derecho. Es especialmente conocida por sus poemas y ensayos, y su obra a menudo abordaba temas de amor, naturaleza y viajes. Entre sus obras más destacadas se encuentran «Canciones de guerra» (1916) y «Ensayos» (1932).

Fue una escritora con mucho talento. Es especialmente conocida por sus poemas y ensayos, y su obra a menudo abordaba temas de amor, naturaleza y viajes. Entre sus obras más destacadas se encuentran «Canciones de guerra» (1916) y «Ensayos» (1932).

Desempeñó un papel importante como traductora y promotora cultural, contribuyendo a la difusión de la literatura de otros países en el ámbito hispanohablante. También fue una firme defensora de la educación y la cultura, y participó activamente en la creación de la Universidad Popular de Santa Cruz de Tenerife.

Durante la guerra civil española junto con Juan Ramón Jimenez se exiliaron en Puerto Rico después de haber estado un breve espacio de tiempo en Estados Unidos. El Legado de Zenobia la hace ser recordada como una figura importante en la literatura española del siglo XX y como una defensora de la cultura y la educación. Su obra poética y su compromiso con la difusión de la literatura extranjera en español la han convertido en una figura relevante en la historia literaria de España.

Pasa en muchas ocasiones que cuando en una pareja uno de los dos es famoso el otro está un poco oculto y este no puede ser uno de esos casos Juan Ramón Jimenez es uno de los escritores más importantes de la literatura española pero Zanobia no puede estar a su sombra.

Todo nos iría mejor si hablásemos élfico

Este articulo está publicado en la revista cultural JotDown y si está aquí es por que aborda el tema de JRR Tolkien desde un punto de vista distinto al habitual y que me ha parecido interesante. La autora del artículo es Beatriz Diaz Romero

Aprender una lengua nueva esconde un placer extraño. Quienes han tenido la suerte de estudiar no solo uno, sino varios idiomas hasta dominarlos, entienden la íntima satisfacción que se siente cuando un símbolo totalmente extraño cobra sentido y descubrimos el significado tras el significante. O, dicho de otra forma, la realidad tras el signo. Pero no existe solo placer en descifrar símbolos como si fuésemos Champollion con la piedra Rosetta. Conseguir formar una frase completa, o incluso escribir un párrafo, supone una hazaña de la que enorgullecerse. Significa que hemos conseguido comunicar, que nos estamos haciendo entender.

Comunicación y lenguaje no son exclusivos del ser humano, pero sí somos los únicos que hacemos una ciencia de ello y que hemos alcanzado un nivel tan alto de complejidad al hablar, al pensar y al transmitir. De hecho, el pensamiento complejo existe solo si hay un lenguaje que pueda articularlo. Así, la lengua para el ser humano deja de ser una necesidad y se convierte en vehículo para el arte y la cultura. Hasta los niños muestran esta incipiente necesidad de usar el lenguaje de manera creativa, inventando lenguas y códigos secretos. 

Pocas personas han amado tanto las lenguas como J. R. R. Tolkien,

que además de ser padre de todo el legendarium que ha arrastrado a tantos fanáticos a los valles y montañas de la Tierra Media, fue un apasionado lingüista. Catedrático en Oxford, dio clases de anglosajón y de lengua y literatura inglesa, y perteneció al grupo literario de los Inklings, defensores de la narrativa de ficción y entre quienes se encontraba su querido amigo C. S. Lewis. Para Tolkien la vida se revolvía en torno a las palabras, y su inquietud natural lo llevó a estudiar un largo listado de idiomas, entre los que se encontraban el latín, griego, inglés antiguo y medio, francés, alemán, español, galés, finés y distintas lenguas germánicas antiguas. 

Pero una mente inquieta no se quedaba solo en el estudio y disección de hablas perdidas. Como confesó en el ensayo A Secret Vice (1931) Tolkien tenía un hobby particular: inventar idiomas. El texto, que originalmente fue una conferencia que dio en un congreso esperantista, toca una serie de ideas fundamentales para comprender la Tierra Media tal y como hoy la conocemos, como la imaginamos y se nos ha dado en sus (muy numerosas) adaptaciones. Y es que no existiría el universo Tolkien sin las lenguas que, desde joven, fue inventando y perfeccionando. 

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Una obra de Shakespeare de 1634……

El profesor John Stone relata cómo localizó en el Real Colegio de los Escoceses ‘Los dos nobles caballeros’, la última pieza teatral del dramaturgo, escrita en colaboración con John Fletcher

Nada indicaba que en la sección de libros del siglo XVIII de pensamiento y crítica del Real Colegio de los Escoceses en la Universidad de Salamanca se encontraba la edición más antigua de una obra de Shakespeare de cuantas hay en España. Pero así era, como ha constatado John Stone, profesor de la Universidad de Barcelona. Él investigaba sobre la recepción crítica y el impacto que tuvo entre sus contemporáneos el ensayo La riqueza de las naciones del economista escocés Adam Smith cuando se topó con un volumen cuya encuadernación era distinta del resto.

El profesor, cuya tesis doctoral exploraba en alguno de sus capítulos la recepción crítica de Shakespeare en la Europa ilustrada, enseguida identificó que ese extraño tomo era de un siglo antes; pero no había título, ni marca alguna. Al abrirlo se encontró con una colección de 20 piezas teatrales del siglo XVII escritas en inglés. Aquello ocurrió en diciembre de 2019, y apenas unos meses después el académico Stone relató en Notes & Queries, —publicación de Oxford University Press, donde los investigadores anuncian este tipo de descubrimientos— su fortuito encuentro de Los dos nobles caballeros, la última obra de William Shakespeare, una tragicomedia que escribió en colaboración con John Fletcher. “No es una obra muy conocida pero su fama va a más”, explica Stone.

La pieza teatral recogida en el volumen descubierto por Stone fue impresa en 1634. “Este descubrimiento redunda en algo que ya sabíamos y es el importante papel que jugó la diáspora de católicos procedentes de Inglaterra en la difusión de Shakespeare. Hay algunas de sus obras impresas en este mismo periodo en volúmenes que están en el norte de Francia, y había otra en una colección de Valladolid que ahora está en Estados Unidos”, apunta en conversación telefónica Stone, que lleva desde 2015 buceando en los fondos de la histórica biblioteca de los escoceses, una de las más antiguas con libros en inglés en España.

Tal y como expone en su artículo el profesor, “una antología de textos en inglés en el siglo XVII en España era una rareza y más aún una de obras teatrales” como la que se ha encontrado en Salamanca. El catálogo colectivo del patrimonio bibliográfico español de ediciones anteriores a 1900 no contiene ninguna obra teatral en inglés impresa antes de 1720, como señala el investigador, ya que la biblioteca del diplomático gallego Diego Sarmiento de Acuña que estuvo en la corte de Jaime I de Inglaterra, “según el inventario de 1623 contenía poesía, pero nada de teatro”.

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