Taketori no Okina

El cuento del cortador de bambú» (también conocido como «El cuento del cortador de caña de bambú») es un antiguo cuento japonés que data del siglo X. Narra la historia de un hombre llamado Taketori no Okina, que descubre a una niña dentro de un tallo de bambú radiante. Él y su esposa la crían como su propia hija y la llaman Kaguya-hime, que significa «Princesa resplandeciente».

Kaguya-hime crece rápidamente en belleza y es cortejada por muchos pretendientes, incluidos nobles y emperadores, pero ella rechaza todas las propuestas. Eventualmente, revela que es de la Luna y debe regresar a su verdadero hogar.

El cortador de bambú, entristecido por la partida de Kaguya-hime, encuentra cartas y regalos para él y su esposa dejados por ella. Además, descubre que ella renunció a su inmortalidad para vivir como humana y experimentar amor y la vida en la Tierra.

Esta historia es famosa por su belleza poética y su reflexión sobre la naturaleza efímera de la vida y el deseo humano de lo eterno.

Jean Pierre Gibrat

Jean Pierre Gibrat es un escritor , pintor e ilustrador francés. Nació el 14 de abril de 1954 en París, Francia. Es conocido por su estilo realista y detallado en sus obras. Gibrat comenzó su carrera como ilustrador de cómics en la década de 1970 y ha creado obras destacadas como «Le Sursis» (1982), «Le Vol du Corbeau» (1986) y «Mattéo» (2008-2018). Sus cómics suelen abordar temas históricos y políticos.

Además de su trabajo en cómics, Gibrat también se ha destacado como pintor. Sus pinturas se centran en paisajes, retratos y escenas de la vida cotidiana. Su estilo realista y su habilidad para capturar la luz y la atmósfera en sus obras le han valido reconocimiento y admiración en el mundo del arte.

Jean Pierre Gibrat ha recibido numerosos premios y reconocimientos a lo largo de su carrera, incluyendo el Premio del Público en el Festival Internacional de la Historieta de Angoulême en 1998 y el Gran Premio de la Ciudad de Angoulême en 2018.

En resumen, Jean Pierre Gibrat es un talentoso escritor , pintor e ilustrador francés conocido por su estilo realista y detallado en sus obras. Su trabajo abarca desde cómics históricos hasta pinturas de paisajes y retratos. Ha sido reconocido con varios premios a lo largo de su carrera.

Jean Pierre Gibrat ha creado varias obras destacadas a lo largo de su carrera como pintor e ilustrador. Algunas de sus obras más conocidas incluyen:

  1. «Le Sursis» (1982): Este cómic cuenta la historia de un soldado francés durante la Segunda Guerra Mundial y su relación con una mujer judía. Es una obra que aborda temas de guerra, amor y resistencia.
  2. «Le Vol du Corbeau» (1986): En esta obra, Gibrat narra la historia de un ladrón de joyas en la Francia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial. La trama se centra en el robo de un collar valioso y las consecuencias que esto tiene para los personajes involucrados.
  3. «Mattéo» (2008-2018): Esta serie de cómics sigue la vida de Mattéo, un joven francés que se ve envuelto en los acontecimientos históricos del siglo XX, como la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la Guerra Civil Española. Es una obra que combina elementos históricos con una historia personal y emocionalmente intensa.
  4. «La gente honrada» (2019): En colaboración con Christian Durieux, Gibrat creó esta obra que cuenta la historia de un hombre que se ve envuelto en un crimen y debe enfrentar las consecuencias de sus acciones. Es un cómic que explora temas de moralidad, culpa y redención.

Estas son solo algunas de las obras destacadas de Jean Pierre Gibrat. Su trabajo se caracteriza por su estilo realista, su atención al detalle y su habilidad para contar historias emocionantes y conmovedoras.

Annie Ernaux

Annie Ernaux es una reconocida escritora francesa nacida el 1 de septiembre de 1940 en Lillebonne, Francia. Es conocida por su estilo de escritura autobiográfica y por explorar temas como la memoria, la clase social, la identidad y la experiencia femenina en sus obras.

Ernaux creció en una familia de clase trabajadora y estudió Letras Modernas en la Universidad de Ruán. Comenzó su carrera como profesora de secundaria y posteriormente se convirtió en asistente en la Universidad de Ruán. Paralelamente, comenzó a escribir novelas, ensayos y memorias.

Uno de los aspectos más destacados de la obra de Ernaux es su enfoque en la memoria y la representación de la realidad. Sus libros suelen ser considerados como «novelas de la memoria» o «autoficciones», ya que combinan elementos de ficción y no ficción para explorar su propia historia y la de su entorno.

Entre sus obras más conocidas se encuentran «La Place» (1983), una obra autobiográfica en la que reflexiona sobre su origen social y familiar, y «La Honte» (1997), que aborda la vergüenza y la sexualidad femenina. Otros libros destacados incluyen «El acontecimiento» (2000), «Los años» (2008) y «Memoria de chica» (2016).

El estilo de escritura de Ernaux se caracteriza por su claridad y sencillez, y ha sido elogiado por su capacidad para capturar la vida cotidiana y las experiencias personales con gran precisión. Su obra ha sido ampliamente reconocida y ha recibido numerosos premios, entre ellos el Premio Renaudot en 1984 y el Premio Nobel de Literatura Alternativo en 2020.

Annie Ernaux es considerada una de las voces más importantes de la literatura francesa contemporánea y su trabajo ha influido en generaciones de escritores. Su enfoque en la memoria, la identidad y las cuestiones sociales ha resonado en todo el mundo y la ha establecido como una figura destacada en el panorama literario internacional.

La forma de escribir de Annie Ernaux se caracteriza por ser directa, concisa y despojada de artificios. Su estilo es conocido por su claridad y sencillez, lo cual le permite transmitir sus ideas de manera efectiva y accesible.

Ernaux utiliza un lenguaje preciso y evita el uso de adornos literarios innecesarios. Su prosa es fluida y fácil de seguir, lo que facilita la inmersión del lector en sus relatos autobiográficos y ensayos.

Además, Ernaux tiene una habilidad única para capturar la vida cotidiana y las experiencias personales con gran detalle y autenticidad. Sus descripciones son minuciosas y reveladoras, lo que permite al lector sumergirse en su mundo y comprender las emociones y pensamientos que impregnan sus narrativas.

Otro aspecto importante de su escritura es su enfoque en la memoria. Ernaux utiliza la escritura como una forma de explorar y preservar sus recuerdos, así como de reflexionar sobre la forma en que la memoria individual se entrelaza con la memoria colectiva y la historia social.

En resumen, la forma de escribir de Annie Ernaux se caracteriza por su estilo directo, conciso y desprovisto de artificios, su capacidad para capturar la vida cotidiana con detalle y autenticidad, y su enfoque en la exploración de la memoria y la identidad. Estas características han contribuido a su reconocimiento como una de las voces más importantes de la literatura francesa contemporánea.

Algunos de sus libros más conocidos son:

  • «La Place»
  • «La Honte»
  • «El acontecimiento»
  • «Los años»
  • «Memoria de chica»
  • «La mujer helada»
  • «Una mujer»
  • «Lugares de escritura»
  • «El uso de la foto»
  • «Regreso a Yvetot»

Philip Roth

La idea de esta entrada surgió al leer un artículo Maite Nieto en el diario «El Pais», de ahí salté a otro escrito por Pablo Guimón que era interesante y se me ocurrió reunir información sobre el escritor.

Philip Roth (1933-2018) fue un novelista y cuentista estadounidense. Sus obras trataban a menudo temas de identidad judía, sexualidad y cultura estadounidense. Fue considerado uno de los escritores estadounidenses más significativos del siglo XX y ganó numerosos premios a lo largo de su carrera.

El estilo de escritura de Roth se caracterizaba por su honestidad y crudeza, explorando las complejidades de las relaciones humanas y la psique individual. Sus obras eran a menudo polémicas, abordaban temas tabú y desafiaban las normas sociales.

Algunas de las obras más importantes de Roth son:

«La queja de Portnoy» (1969), novela que explora las fantasías sexuales y las neurosis de un joven judío.
«American Pastoral» (1997) – novela que narra la historia de un exitoso hombre de negocios cuya vida se desmorona cuando su hija se ve involucrada en el terrorismo político.
«La mancha humana» (2000) – novela que aborda cuestiones de raza e identidad, siguiendo la vida de un profesor universitario que es acusado de racismo.
«Sabbath’s Theater» (1995), novela que explora la vida de un titiritero retirado que se enfrenta a su propia mortalidad y a sus relaciones con las mujeres.
«Goodbye, Columbus» (1959), una colección de relatos breves sobre la vida de los judíos estadounidenses de clase media.

La contribución de Roth a la literatura estadounidense ha sido ampliamente reconocida, con numerosos galardones como el National Book Award, el Pulitzer y el Man Booker International Prize. Sus obras siguen siendo muy leídas y estudiadas en la actualidad.

La principal característica de la obra de Philip Roth es su exploración cruda, honesta y a menudo controvertida de las relaciones humanas, la identidad judía, la cultura estadounidense y la sexualidad. Sus escritos son conocidos por su profundidad psicológica, su vívida caracterización y sus incisivas observaciones de la naturaleza humana. Los textos de Roth a menudo traspasan los límites de lo que se considera un tema aceptable y desafían las ideas y creencias preconcebidas de los lectores. Sus obras pueden ser humorísticas, conmovedoras y profundamente perspicaces, al tiempo que exploran temas difíciles e incómodos. En general, el estilo literario de Roth se caracteriza por su voluntad de ahondar en las complejas y a menudo confusas realidades de la experiencia humana y por su capacidad para hacerlo con habilidad y perspicacia.

Philip Roth recibió numerosos premios a lo largo de su carrera, entre ellos

Premio Nacional del Libro de Ficción (1960, 1995)
Premio del Círculo Nacional de Críticos de Libros (1987, 1991, 1995)
Premio Pulitzer de Ficción (1998)
Premio PEN/Faulkner de Ficción (1994, 2001)
Premio Man Booker International (2011)
Premio Franz Kafka (2001)
Medalla Nacional de Humanidades (2010)

Todo nos iría mejor si hablásemos élfico

Este articulo está publicado en la revista cultural JotDown y si está aquí es por que aborda el tema de JRR Tolkien desde un punto de vista distinto al habitual y que me ha parecido interesante. La autora del artículo es Beatriz Diaz Romero

Aprender una lengua nueva esconde un placer extraño. Quienes han tenido la suerte de estudiar no solo uno, sino varios idiomas hasta dominarlos, entienden la íntima satisfacción que se siente cuando un símbolo totalmente extraño cobra sentido y descubrimos el significado tras el significante. O, dicho de otra forma, la realidad tras el signo. Pero no existe solo placer en descifrar símbolos como si fuésemos Champollion con la piedra Rosetta. Conseguir formar una frase completa, o incluso escribir un párrafo, supone una hazaña de la que enorgullecerse. Significa que hemos conseguido comunicar, que nos estamos haciendo entender.

Comunicación y lenguaje no son exclusivos del ser humano, pero sí somos los únicos que hacemos una ciencia de ello y que hemos alcanzado un nivel tan alto de complejidad al hablar, al pensar y al transmitir. De hecho, el pensamiento complejo existe solo si hay un lenguaje que pueda articularlo. Así, la lengua para el ser humano deja de ser una necesidad y se convierte en vehículo para el arte y la cultura. Hasta los niños muestran esta incipiente necesidad de usar el lenguaje de manera creativa, inventando lenguas y códigos secretos. 

Pocas personas han amado tanto las lenguas como J. R. R. Tolkien,

que además de ser padre de todo el legendarium que ha arrastrado a tantos fanáticos a los valles y montañas de la Tierra Media, fue un apasionado lingüista. Catedrático en Oxford, dio clases de anglosajón y de lengua y literatura inglesa, y perteneció al grupo literario de los Inklings, defensores de la narrativa de ficción y entre quienes se encontraba su querido amigo C. S. Lewis. Para Tolkien la vida se revolvía en torno a las palabras, y su inquietud natural lo llevó a estudiar un largo listado de idiomas, entre los que se encontraban el latín, griego, inglés antiguo y medio, francés, alemán, español, galés, finés y distintas lenguas germánicas antiguas. 

Pero una mente inquieta no se quedaba solo en el estudio y disección de hablas perdidas. Como confesó en el ensayo A Secret Vice (1931) Tolkien tenía un hobby particular: inventar idiomas. El texto, que originalmente fue una conferencia que dio en un congreso esperantista, toca una serie de ideas fundamentales para comprender la Tierra Media tal y como hoy la conocemos, como la imaginamos y se nos ha dado en sus (muy numerosas) adaptaciones. Y es que no existiría el universo Tolkien sin las lenguas que, desde joven, fue inventando y perfeccionando. 

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Una obra de Shakespeare de 1634……

El profesor John Stone relata cómo localizó en el Real Colegio de los Escoceses ‘Los dos nobles caballeros’, la última pieza teatral del dramaturgo, escrita en colaboración con John Fletcher

Nada indicaba que en la sección de libros del siglo XVIII de pensamiento y crítica del Real Colegio de los Escoceses en la Universidad de Salamanca se encontraba la edición más antigua de una obra de Shakespeare de cuantas hay en España. Pero así era, como ha constatado John Stone, profesor de la Universidad de Barcelona. Él investigaba sobre la recepción crítica y el impacto que tuvo entre sus contemporáneos el ensayo La riqueza de las naciones del economista escocés Adam Smith cuando se topó con un volumen cuya encuadernación era distinta del resto.

El profesor, cuya tesis doctoral exploraba en alguno de sus capítulos la recepción crítica de Shakespeare en la Europa ilustrada, enseguida identificó que ese extraño tomo era de un siglo antes; pero no había título, ni marca alguna. Al abrirlo se encontró con una colección de 20 piezas teatrales del siglo XVII escritas en inglés. Aquello ocurrió en diciembre de 2019, y apenas unos meses después el académico Stone relató en Notes & Queries, —publicación de Oxford University Press, donde los investigadores anuncian este tipo de descubrimientos— su fortuito encuentro de Los dos nobles caballeros, la última obra de William Shakespeare, una tragicomedia que escribió en colaboración con John Fletcher. “No es una obra muy conocida pero su fama va a más”, explica Stone.

La pieza teatral recogida en el volumen descubierto por Stone fue impresa en 1634. “Este descubrimiento redunda en algo que ya sabíamos y es el importante papel que jugó la diáspora de católicos procedentes de Inglaterra en la difusión de Shakespeare. Hay algunas de sus obras impresas en este mismo periodo en volúmenes que están en el norte de Francia, y había otra en una colección de Valladolid que ahora está en Estados Unidos”, apunta en conversación telefónica Stone, que lleva desde 2015 buceando en los fondos de la histórica biblioteca de los escoceses, una de las más antiguas con libros en inglés en España.

Tal y como expone en su artículo el profesor, “una antología de textos en inglés en el siglo XVII en España era una rareza y más aún una de obras teatrales” como la que se ha encontrado en Salamanca. El catálogo colectivo del patrimonio bibliográfico español de ediciones anteriores a 1900 no contiene ninguna obra teatral en inglés impresa antes de 1720, como señala el investigador, ya que la biblioteca del diplomático gallego Diego Sarmiento de Acuña que estuvo en la corte de Jaime I de Inglaterra, “según el inventario de 1623 contenía poesía, pero nada de teatro”.

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El mágico aprendiz

Este articulo está extraído de la página web «el cultural.com»

Sospecho que, durante mucho tiempo, Luis Landero -Alburquerque (Badajoz), 1948- continuará siendo recordado e identificado como el autor de Juegos de la edad tardía (1989). En efecto: diez años después de aquella sorprendente revelación, esta tercera novela del escritor ostenta en la historia narrada y en su desarrollo patentes analogías con aquella primera obra, así como un estilo tan personal e inconfundible que cualquier lector atento de Juegos… -y también de la segunda novela, Caballeros de fortuna (1994)- reconocería sin vaciIación la misma pluma en las páginas de El mágico… aunque se omitiera en el volumen el nombre del autor. También aquí unos personajes de vida gris y sin relieve tratan de buscar otro modo de existencia, que en algunos aspectos se mantiene en el terreno de lo imaginario y en otros obliga a llevar a cabo acciones concretas. Sabemos desde el principio que Matías Moro, el oscuro empleado de una asesoría, es aficionado a observar a la gente desde su balcón, hasta el punto de que “había tardes en que se inventaba la historia entera de una vida” (pág. 14). Incluso reflexiona sobre las otras existencias que él mismo hubiera podido vivir, que coinciden con la teoría unamuniana de los “ex futuros”: “Piensa en esas vidas posibles: si hubiese seguido estudiando Historia y fuese ahora profesor o arqueólogo, si su padre no hubiese muerto tan pronto, si hubiera nacido un siglo antes…” (pág. 16). La capacidad del personaje para imaginar vidas -ajenas y propias- lo predispone para emprender una nueva como flamante empresario que, aunque puesta en práctica realmente, no deja de ser una ficción, una fachada, un trampantojo para dar una imagen de sí mismo que le permita lograr el amor de Martina, la jovencísima hermana del muchacho asesinado por su propio padre.
La aventura empresarial organizada por Matías Moro, que está a punto de arruinarlo, no nace de un deseo de cambiar de vida -algo que no se ha planteado nunca, conforme como está con su monocorde y tediosa existencia- sino que constituye un medio para deslumbrar y tal vez conquistar a Martina, si bien, llegado el momento la indolencia y tal vez el temor a modificar su plácida rutina lo refrenarán decisivamente. éste es el meollo de la historia y lo que permite explicar el título de la novela, que evoca lejanamente el asunto de El mágico prodigioso, de Calderón, donde Cipriano empeña su alma a cambio de las artes “mágicas que le permitirán seducir a Justina, pero fracasa, como fracasará Matías Moro, que en su peculiar “arte mágica” -patronear una empresa- no es precisamente “prodigioso”, sino “aprendiz”.
Este núcleo temático se halla enriquecido con el grupo de personajes que acompañan a Matías en su disparatada empresa y en cuya creación hay grandes dosis de inventiva y talento narrativo. Todos ellos pretenden, en el fondo, aprovechar la oportunidad para ser algo que hubieran querido ser, para actualizar un “ex futuro” conservado en los repliegues de la conciencia: Pacheco, el dinámico experto en mercadotecnia, a quien no le mueve el afán de riqueza sino “salir hacia el horizonte ilimitado de una nueva vida” (pág. 320); Martínez, que descubre un modo de beneficiar a los demás; Bernal, siempre en busca de su lejana juventud perdida y de sus recuerdos mundanos. Y hay otros personajes de menor importancia, pero también eficazmente diseñados, como Finita de la Cruz, Ortega, doña Paula o Chin Fu, el arandino empeñado en pasar por chino para ganarse la vida. Todos ellos tienen su perfil psicológico, y sobre todo su lenguaje, que incluye multitud de rasgos caracterizadores, a menudo con ribetes paródicos: los silencios y las frases escuetas de Martínez, la retórica de manual para ejecutivos y vendedores de Pacheco y hasta los leísmos y dequeísmos del anónimo portero de una vivienda (pág. 192) dan fe del cuidado puesto por Landero en el tratamiento lingöístico de la novela. SóIo algunos deslices esporádicos empañan de vez en cuando la obra: ciertos usos erróneos (“oreja” por ‘oído’, pág. 33; “incontinente” por ‘incontenible’, pág. 218); algún exceso (la “pasividad ilegible” de las facciones de un cadáver, pág. 31) y alguna construcción poco recomendable (“la sola mención a una cooperativa”, pág. 206; “retomaría el plan de comprarse un coche”, pág. 345). Pero, en conjunto, El mágico aprendiz es una novela excelentemente escrita, con un lenguaje rico y lleno de matices, capaz de convertir en seres humanos convincentes a unos cuantos personajes que parecían inicialmente diseñados para comportarse como puros fantoches, porque Landero tiende a la caricatura, pero sabe darle el giro adecuado en el momento oportuno. En manos de otro escritor, el retablo de desarraigados que pueblan la casa donde vive Martina hubiera sido un chafarrinón de caricaturas tópicas, y lo mismo cabría decir de los colaboradores de Matías, a los que Landero salva con habilidad del destino de seres grotescos a que parecían condenados. El autor conduce sutilmente los pasos de sus criaturas y dosifica la acción con un ritmo adecuado. Acaso el único desajuste constructivo se halle en la primera parte donde la evocación del padre desaparecido parece comenzar una historia luego abandonada y aprovechada en parte para acomodarla al nuevo derrotero de la fábula, Pero vale la pena leer El mágico aprendiz, Landero es un valor seguro.

IMPEDIMENTA

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